11 de noviembre de 2010

"Altruismo. Bonita palabra, misterioso significado".

No sé si debería tratarse como un defecto o como una de las mejores virtudes. Porque en algunas situaciones ser altruista te hace sentir bien. El saber que haces feliz a otras personas, en diferentes proporciones, con palabras, actos, gestos, simples miradas, complicidad, detalles, sonrisas, fidelidad.. Sí, realmente te hace sentir bien. Yo personalmente me empapo de paz interior. Pero esa paz no siempre permanece latente. Normalmente esas personas a las que dedicaste miradas, le guardaste ese secreto y le fuiste fiel te suelen compensar de la misma forma y elevado al cuadrado. Bonita virtud entonces, ¿verdad? Pero hay personas que se aprovechan de ello y se aferran a esa única posibilidad como tubo de escape a su comportamiento. Agradecen esa complicidad durante 5 minutos, pero no esperes ser correspondida, cuando la semana siguiente necesites un mínimo de apoyo, una de esas mágicas miradas, no recibirás nada a cambio, el boomerang no volverá.. En estas situaciones es cuando pienso que mi comportamiento altruista es un defecto, un inútilmente inevitable defecto. Un cúmulo de sensaciones y sentimientos viaja por dentro de mi cuerpo a preocupante velocidad. Mi mente se arrepiente grandiosamente de mandar esas señales al cuerpo de ser excesivamente generosa con los demás, de no decir palabras para no desencadenar una pelea originada en definitiva por pequeñas pero molestas discrepancias, y en ese mismo instante en que mi cabeza piensa en las consecuencias de ese defecto, esas palabras las escupiría como se escupe un sorbo de café ardiendo.
Parándome a pensar cada una de las causas, me encuentro con que gran parte es mía. Cierto es que las personas te influyen, pueden hacer que cambies de opinión e incluso pueden llegar a hacerte ver las cosas y la vida, y las cosas de la vida, desde otra perspectiva a la que no estabas habituada. Pero más cierto es que por mucho cemento que te venga encima, aunque a veces maquillado, uno mismo debe saber esquivarlo, y el que haya caído encima quitárselo, alejarlo y ponerlo todo en un montoncito.. Quien sabe, igual el día de mañana puedas construir algo con ese cemento. ¿El qué? Lo dejo a vuestra imaginación.

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