21 de mayo de 2011

I ♥ P E R E Z A

Qué mejor problema para mi personalidad adictiva que seáis mis sustancia preferida. Si es que me tenéis ganada, y en vuestros conciertos, sin buscarlo, me tiemblan las piernas. Vuestro mundo es el perfecto mundo que me consigue conquistar. Tal vez sea porque no sois como los demás, porque cuando os escucho bailo con la felicidad y me paso el resto del día contenta por nada, como si no hubiera noche para más. A veces pienso en cambiaros por un puñado de estrellas que no me dejen miraros y en bajar el telón, pero es que no me sale, yo siempre os digo vale. Porque sinceramente con vosotros al final nada falla. En mis malos momentos me curáis más que todo lo que pueda respirar. Y aunque suene cursi sois el plan perfecto para mí.
Es absurdo negar que he pensado (casi siempre que os escucho) que si vinierais aquí un poco os daba. Me encantaría Rubén Pozo que echaras a rodar el presentimiento, la misma noche cuando te vea fumar el peta de después. O estar en una piscina privada contigo Leiva... mientras suena Chuck Berry o Keith Richards, como más te apetezca. O imaginar que sois hermanos y que dios se ha acordado de mí y ha hecho un buen gesto de caridad cristiana.
-Sólo añadir que en dónde estéis os deseo y os espero, pero que no tardéis mucho en sacar disco que al final me desespero y quiero que me pongáis de nuevo los pelos de punta.


PD: Siempre tendréis un piso en las alturas.


http://www.flickr.com/photos/tucomoloves/5743056436/



14 de mayo de 2011

Voy a ver si me encuentro dentro de mi piel..

Cada amanecer
En días desarmados, en los cuales piensas que hay en ti algo que no conocías que te abruma, que te hace cambiar de opiniones, incluso de comportamiento... En esos días te das cuenta que te falta tanto por saborear, por palpar, por aprender, por enseñar, por capturar, por fotografiar, por sonreír, por sentir... Te falta tanto por vivir que no te sorprendes de los cambios que puedan haber en ti sin tener miedo a ser propensa de brotes psicóticos. Lo que sí sabes es que con ese miedo no sonríes, no aprendes, no saboreas. Es de lo único que estás segura y quieres empezar por esa seguridad el camino, sin dejar que, como si un desierto repleto de arena se tratase, al día siguiente miras hacia atrás y nada es igual. Quieres que pasen los años y escalar cuál montaña del pasado, recordando cada rincón, cada agujero, cada sendero.